Indica un comportamiento maduro en la comunicación en el que la persona permite y actúa defendiendo los derechos de cada uno sin agredir ni ser agredido.
Se diferencia y se sitúa en un punto intermedio entre otras dos conductas polares: la agresividad y la pasividad (o no-asertividad).
Es un factor decisivo en la conservación y el aumento de la autoestima, además de impulsar el valor y respeto hacia el interlocutor, de forma recíproca.
“Lo más importante que aprendí a hacer después de los cuarenta años fue a decir no, cuando es no”. Gabriel García Márquez
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